Porque a nadie le falta Dios.

Entre Champa y Aculeo, fuimos invitado a pasar el fin de semana, a una casa de campo enclavada en la Loma del Aguila de propiedad de unos amigos nuestros Alex Alvarez profesor de historia de la Universidad de Tarapacá, nacido en Puerto Montt pero educado profesionalmente en el Norte, en el Desierto de Atacama, donde el quería conocer y se quedó por 18 años, recorrió el desierto de norte a sur y de mar a cordillera, los valles, las quebradas, los pueblos olvidados de dios, el caliche, la pampa de tamarugos, en sus andanzas logró juntar algunas cositas, que hay desperdigadas por ahí. Junto a su señora Maritza Rivero, profesora de educacion especial, emprendedora, colega durante algunos años de mi señora en la Escuela D6 de Arica. Ella los casos dificiles los saca adelante, y junto a Alex nos han apoyado en estos días.

Ellos han construido su casa de campo, con vista espectacular al Valle del Maipo, el lugar es tranquilo, solo se escucha los pájaros y la suve brisa. Y como la vida es como un continuo andar y pedalear, dentro de sus aspiraciones es construir una tina de madera, para el relax luego del fin de semana agobiante. Esperamos algún día probar ese placer digno de dioses. Disfrutar piluchitos juntos, a la luz de las velas en la noche y quedarse a ver la luna y las estrella, y sin faltar el ron cola.

Mientras tanto, gozamos de un asadito en horno de barro, un costillar, cocinado lentamente, en un quincho, y a propósito, fué lo primero que contruyeron en el sitio. al fondo están Maritza y Alex.

En las Lomas del Aguila, oh sorpresa!!! hay un carro de ferrocarriles dado de baja, he instalado ahí, lo subieron con una grua, por los aires, por un camino empinado, angosto y sinuoso, está al cuidado de Gustavo Unita, un joven paraguayo y junto a su pequeño caballo llamado payaso, y que come como lo es.
Yo diria que este es el único carro de tren de tren instalado a media loma de cerro en Chile, en la foto muestra a los anfitriones Alex y Maritza juntos a sus regalones Taturro y Bimbo. Las damas del fondo son Lucy y Martiza.

En la casa del tren tuve un pequeño momento místico, ya que sentado en el prado, se me apareció Buda por segunda vez (la primera fué en el Jardín Japones en San Fransisco California) dándome sabios consejos para esta y mis próximas vidas. Entre otras cosas me dijo; que no dejara de escribir, ya que con ello sería inmortal, apechugar sin flaquear para mi un tema difícil, que la vida es larga y llena de cototos, al final quedan las marcas o llagas pero sanan con el tiempo. En caso de problemas nunca te los tragues todo, cuéntalo a un amigo.

Para finalizar un paseito a la Laguna de Aculeo desgraciadamente toda cerrada (o cercada) a la vista del visitante ocasional, pero su gente de campo me ofreció un pequeño brindis de despedida (el vaso del estribo, se llama por estos lados) con un pequeño meloncito con vino blanco, al paso.

Y que jué !!!!!